lunes, 6 de agosto de 2012

LA QUINTA CARACTERÍSTICA DE LA POESÍA MODERNA



El quinto rasgo de la poesía moderna es que en ella hay la tendencia a un cruce de géneros. En la Poética de Aristóteles se distinguían, fundamentalmente, tres géneros: la tragedia, la comedia y la épica. No hay un espacio considerable dedicado a la lírica. Para Aristóteles, no era pertinente el cruce de los tipos discursivos, es decir, en la comedia hablaba la gente del pueblo; en cambio, en la tragedia se expresaban los individuos de la aristocracia.

En la poesía moderna, por el contrario, suele observarse una vocación anti aristotélica, pues vemos caligramas (poemas que dibujan una figura como una manzana), donde observamos una mixtura entre la plástica y la poesía. También constatamos el funcionamiento de poemas teatrales, donde los personajes suelen dar parlamentos, hecho que se evidencia en “El momento más grave de mi vida” de César Vallejo o Coros de “La piedra” de T. S. Eliot.

Asimismo, en la lírica moderna se manifiesta un lirismo prosaísta, por ejemplo, en la obra de Ernesto Cardenal (los Salmos, por ejemplo), donde se realiza un proceso de secularización (los valores religiosos son vistos como terrenales) a través de una escritura cercana a la denuncia política con el fin de concientizar al lector para que asuma una determinada posición ideológica.

También, en la modernidad, se practica una poesía que une la épica a la lírica: me refiero al Canto general de Pablo Neruda, estructurado en series y que busca –a la manera de un poeta épico moderno—recrear la historia del continente latinoamericano. Por último, en la poesía imaginista de Ezra Pound y en Tierra baldía de T.S. Eliot hablan varias voces: una estructura coloquial convive con la cita erudita o con una ideograma (en el caso de Pound) en chino.

Lo anteriormente manifestado es una muestra más de la heterogeneidad discursiva que prepondera en la poesía moderna y que, de alguna manera, remite a la tradición romántica. No debemos olvidar que Víctor Hugo propugnaba, en el prólogo a Cromwell (1827), que lo grotesco (“la comedia fundida en la tragedia”
[1] o la mezcla de diversos tipos discursivos) era el rasgo fundamental de la modernidad.




NOTAS [2] Víctor Hugo. Manifiesto romántico. Barcelona, Ed. Península, 1971, p. 47.

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